Interrogatorio 5: Mary Jane


Ser la única mujer de un equipo especial paralelo al FBI no me ha supuesto nunca un problema. Más bien al contrario, mis compañeros siempre han apoyado mis decisiones y respaldado mi trabajo.
Desde hace más de cinco años Dante y yo trabajamos codo con codo, empezamos juntos en esto en las brigadas de rastreo y poco a poco fuimos haciendonos un hueco para subir, hasta llegar a formar parte de este equipo.
El comisario nos seleccionó personalmente para entrar en el equipo, había sido amigo de mi padre durante años, hasta su muerte en un tiroteo durante la
operación "Selene", el año que se desmanteló la red de tráfico de mujeres.
A pesar de ser yo la hija de su amigo y compañero, jamás me dio ningún tipo de privilegio, siempre me ha tratado como una más.
Era un buen hombre, a pesar de su caracter agriado que, con los años, después de dos divorcios, la muerte de mi padre y un lío en el que se vió envuelto como cabeza de turco, se había ido ofuscando. Por eso entendía la relación que tenía con Ánade, un constante tira y afloja que al final los llevaba al límite previo a una pelea.
La noche antes del asesinato estuve cenando en el restaurante chino de la esquina entre la quinta y Medfield, con Dante, como era costumbre entre nosotros una vez al mes. Salimos de allí sobre las once y tomamos una cerveza en el bar que está debajo de mi casa. A la una y cuarto me despedí de mi compañero y subí a casa a dormir. Dante había decidido quedarse en el bar un rato más, supongo que la camarera pelirroja tenía algo que ver en esa decisión.
Por la mañana me despertó el comisario al teléfono, pidiendo que acudiese urgentemente al lugar de los hechos, donde nos reuniríamos todo el equipo para intervenir en el altercado. Al llegar a la dirección indicada, la furgoneta con el resto de agentes ya estaba allí. El comisario nos dividió en grupos,como lo hacía habitualmente, con la excepción de que ordenó a Lestat acompañarnos a Dante y a mi, que no era tan habitual.
Lestat acató la orden, pero se mantuvo distante con nosotros todo el camino hacia el interior del edificio. Dante iba delante, Lestat detrás mío, ojeando la derecha. De pronto empezó a quedarse rezagado, tenía mala cara, como si álgo le doliera, yo le hice señales para que avanzara hasta nuestra altura, pero en un momento que miré adelante despareció.
Yo seguí a Dante, pero Lestat me había dejado preocupada, así que en cuanto vi que Dante tenía al tipo aquel acorralado, supe que se apañaría solo y decidí salir en busca de Lestat.
Para cuando le encontré, el caso ya estaba resuelto, y él se encontraba hablando con Ánade y Moltisanti. El comisario había felicitado al equipo, excepto a Anade, con el que había tenido, una vez más, palabras más duras.
Yo me encontraba un poco apartada del grupo cuando recibí una llmada inesperada, no se de quién, pero estoy trabajando en ello, esa persona me informó de que el comisario estaba a punto de morir, y que no podríamos hacer nada para detenerlo. Me di la vuelta rápidamente aún con el telefono pegado a la oreja, buscando con la mirada al comisario, que ya no estaba con el resto del grupo. El interlocutor me colgó de pronto, yo quedé tan bloqueada que salí corriendo hacia el interior del colegio, en busca del comisario.
Antes de que me diera tiempo de subir al segundo piso escuché el disparo, que fue el que lo mató. Me quedé helada, el comisario formaba parte de mi vida desde que era pequeña, para mi era casi como un tío, y sabía que lo acababa de perder en ese momento.
Después de eso mi estado emocional era tan tenso que no recuerdo muy bien como llegué de nuevo aquí, donde empezó esta investigación.

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